CEO@SEA – Blog 5 - Cuando se rompe el ritmo

La gente suele imaginar la navegación oceánica como una serie de momentos dramáticos. En realidad, son las pequeñas interrupciones las que te ponen a prueba. Ya hemos recorrido más de 2100 millas, con aproximadamente 600 millas aún por recorrer. Eso supone unas tres semanas en el mar para un queche pequeño y viejo como el Supertaff. Así que este no es un experimento corto. Es lo suficientemente largo como para que se formen patrones, fallen, se reconstruyan y expongan los puntos débiles que nunca aparecen en tierra.

Una leve gripe ha afectado al barco estos últimos días. Uno de nosotros se llevó la peor parte, mientras que el resto se deja llevar por sus propias versiones más ligeras. Nada grave, pero en un ciclo de guardia de tres horas con tres personas, incluso una pequeña bajada de energía lo descompone todo. Supertaff normalmente funciona a un ritmo constante. Tres personas activas, seis desactivadas. Predecible, eficiente, casi mecánico. Pero cuando una persona flaquea, las demás empiezan a compensar. Si añadimos más viento, más movimiento y un sueño que llega en pequeñas dosis poco convincentes, todo empieza a tambalearse. No de forma peligrosa. Solo lo suficiente como para que sientas cada tarea extra en los huesos.

Hemos tenido momentos buenos en este viaje. Bancos de delfines al anochecer. Largas travesías a vela con el barco asentado y navegando bien. Una herramienta meteorológica casera que ahora se ha extendido silenciosamente por parte de la flota. Y la constante comodidad que proporciona un barco antiguo que se siente bien incluso con escorzos de 30 grados. También ha habido momentos malos. Vientos suaves que convirtieron horas en días. Chubascos que llegaron en momentos inoportunos. Quemarse en ángulos. Pesca perdida por aparejos rotos y una vela mayor rasgada. Esas pequeñas frustraciones que se acumulan y pasan desapercibidas hasta que alguien las menciona en voz alta.

Esta combinación de altibajos es lo que aclara la perspectiva empresarial. Los equipos no suelen desmoronarse por un solo golpe fuerte. Se desmoronan cuando las personas están cansadas, indispuestas, distraídas o trabajando a media capacidad. No siempre se nota en tierra porque hay suficiente ruido para disimularlo. En alta mar, en un barco del tamaño de un baño grande, se siente el cambio al instante.

Una observación útil de esta semana ha sido lo estabilizador que resulta contar con herramientas que suplen discretamente las deficiencias. La IA nos ha apoyado cuando nuestra energía decaía, ayudándonos a mantener un mensaje claro y considerado cuando ninguno de nosotros estaba en su mejor momento. Para un equipo o una empresa pequeña, este es un miembro extra que nunca se cansa. No lo resuelve todo, pero suaviza las asperezas y mantiene el impulso.

Gestionar Boatshed desde el mar es totalmente posible. Los sistemas funcionan. El equipo en tierra lleva la carga cuando es necesario. Pero esta semana ha reforzado algo fácil de pasar por alto: basta con poco para alterar el ritmo. Un poco de gripe. Una noche difícil. Un cambio en las condiciones. De repente, toda la operación depende de que otros mantengan la forma mientras te recuperas.

Si CEO@SEA es un experimento, la conclusión inicial es simple. No se puede centralizar la resiliencia en una sola persona, ni siquiera si es el fundador. La empresa necesita respuestas distribuidas y un verdadero respaldo. Planes B y C que se activen automáticamente cuando el CEO esté en el extranjero, cansado o al límite de sus posibilidades. No es una idea compleja. Es exactamente como cruzar un océano. Fije el rumbo, confíe en la tripulación y asegúrese de que el sistema esté construido para resistir las dificultades humanas en el camino.

Saludos Neil :)